lunes, 29 de julio de 2013

   

 Desde

                   El

                             Lomo


En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: _ Saulo, Saulo, ¿ por qué me persigues? Hechos 9: 3-4 (NVI)
 Saulo de Tarso, antes de ser nuestro gran Pablo, hombre letrado y erudito apóstol, lleno del poder de Dios, fue derribado de su cabalgadura camino de Damasco por intervención Divina.
Pero sorprendentemente una vez en el suelo, se le da una orden:" Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer".
Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos no podía ver, así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Estuvo ciego tres días, sin comer ni beber nada. Hechos 9: 6 - 9 (NVI)
Aquel Pablo encumbrado o más bien "montado" en su propia razón, fue reducido a nada.
¿ No es sorprendente? ¡Reducido a nada por el mismo Dios!
Pero esto es lo maravilloso; Que una vez reducido a nada, lo recibe todo.


 
 
Hoy sabemos quien fue Pablo y todo lo que hizo; sabemos de su amor por Cristo, de cuanto fue perseguido, de sus aflicciones y  su valentía al predicar la resurrección de quien lo tumbo de su cabalgadura; es que fue unido inseparablemente al único Dios de quien vale la pena ser tirado de nuestro caballo, llámese posición, títulos, riquezas, conocimiento, o cualquier cosa sobre la que cabalguemos y miremos a Cristo desde arriba.
Ya no quiero ser tirado de nuevo porque tambie lo fuí; quiero entregar mi caballo para que sea dirigido por Jesús y más bien exhibir con orgullo lo que él ha hecho en mí.


 
 
Quiero elevar mi voz a él y con cantos agradecer que del caballo caí y al levantarme recibí todo aquello que necesitaba, sin dejar de recordar al querido Job en su declaración:
<<Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de tus planes. ¿ Quien es éste _ has preguntado_ que sin conocimiento oscurece mi consejo?
Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender; de cosas demasiado maravillosas que me son desconocidas.
>>"Ahora escúchame, que voy a hablar _dijiste_ yo te cuestionaré, y tú me responderás."
De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos. Por tanto, me retracto de lo que he dicho, y me arrepiento en polvo y ceniza.>>
Job 42:2 - 6 (Biblia NVI).



 



 
 



Olas Gigantes - Tormenta en el mar

El Señor está en medio de ti, poderoso,  el salvará; Sofonias 3:17