martes, 5 de noviembre de 2013

 

Yo era un blasfemo

 
El gran Pablo, quizás el ejemplo más grande de conversión que registra la Biblia nos sacude con sus declaraciones.
 En esta declaración por ejemplo, advertimos el poder de Dios, para cambiarnos; para transformarnos y hacer de nosotros una nueva persona o criatura como lo dice la Biblia. Esta declaración en tiempo pasado encierra y deja atrás lo que éramos. Nuestro pecado queda en el olvido; ya no somos lo que éramos ahora somos lo que somos en Cristo, porque en el somos perdonados. ¡Que alivio! Pablo, el gran perseguidor de la iglesia en su época y comparable a cualquiera de los asesinos actuales, se convirtió en instrumento poderoso en las manos de Dios, cuando se rindió a Jesús, dejandonos un ejemplo de amor, entrega y sevicio por y para Cristo.
Bueno, pues si Dios lo hizo con Pablo, un dificil hueso, tambien lo hará con cualquiera que sin importar su condición actual, rinda su vida al único que puede hacer nuevas todas las cosas: a Jesucristo el Dios hecho hombre.
 
Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discipulos del Señor,sepresentó al sumo sacerdote y le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al camino, fueran hombres o mujeres. En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía:
__Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
¿Quién eres, Señor? __preguntó.
__Yo soy Jesús, a quien tú persigues __le contestó la voz__.
(NVI) Hechos 9 : 1 - 5
 
Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me consideró digno de confianza al ponerme a su servicio.
Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí porque yo era un incrédulo y actuaba con ignorancia. Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús.
Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su infinita bondad. Así vengo a ser ejemplo para los que, creyendo en él, recibirán la vida eterna. Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea el honor y gloria por los siglos. Amén.
(NVI) Primera carta a Timoteo 1 : 12 - 17 
  
  
 
  
 

Olas Gigantes - Tormenta en el mar

El Señor está en medio de ti, poderoso,  el salvará; Sofonias 3:17