lunes, 21 de octubre de 2013



¿Esto les causa tropiezo?



 
Jairo y yo éramos amigos. Nuestra amistad empezó a la edad de once años y todo porque nuestras madres habían nacido en el mismo pueblo; un pueblo pequeño y encantador de casas coloniales de gente acomodada, con una plaza central que albergaba una gran iglesia ubicada de tal manera que no guardaba una agradable disposición con el resto de construcciones a su alrededor. Por eso se oye aún hoy, un dicho que se hizo popular desde aquella época: "Más atravesado que la iglesia de Velez."
Las paredes de la iglesia visibles desde cualquier lugar del pueblo, no guardan paralelismo ni perpendicularidad con las casas cercanas ni con sus calles estrechas, ni con nada por más de que te esfuerces por tratar de entender a quién se le pudo ocurrir construir una iglesia a un lado de la plaza y ubicarla diagonalmente.
Venidas a la capital, nuestras madres perdieron todo contacto hasta muchos años despues cuando resultaron ser vecinas.
 Ellos, los Sanchez, vivian en el edificio 14 apartamento 301 y nosotros, los Sanabria, en el edificio 13 tercer piso apartamento 301.
Un día, ¡oh sorpresa! nuestras madres se encontraron en el supermercado y allí nos presentaron a Jairo y a mi. Desde ese momento fuimos inseparables. Compartiamos todo: amigos, enemigos, comida, libros, historias, anegdotas de nuestros colegios, chistes, secretos y en fin, solo nos faltaba compartir nustra sangre en una transfusion. Si. Nos unia una gran amistad que se prolongo por seis años.
Él iba un año adelante en el colegio y llego por tanto, un año antes a la universidad. Y allí termino nuestra amistad. Lo senti cuando al ir a su casa en la noche del lunes para saber como había sido su primer día como universitario, él me recibio junto a sus tres nuevos amigos y compañeros en la Facultad de Quimica Farmaceutica, con un saludo frío y distante que me dejo perplejo. Por más de una hora les escuche historias que se contaban como si fueran amigos desde hace mucho.
La madre de Jairo les ofrecio una ligera cena y por primera vez no fuí invitado a la mesa.
Cuando terminaron y se marcharon aquellos desconocidos, Jairo me miro y dijo:___ ¿Sabes que? tengo que madrugar chao.___ Chao respondí. ¿Nos vemos mañana? pregunte. ___ No no voy a poder y creo que no nos vamos aver más, porque ya estoy en la Universidad.
Nunca más volví a ver a Jairo.
 Recuerdo esto hoy muchos años despues, tratando de entender a Jesús cuando muchos de sus discípulos lo abandonaron; aquellos en quienes confiaba.
 
Al escucharlo, muchos de sus discípulos exclamaron: <<Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?>>
 
Jesús, muy consciente de que sus discípulos murmuraban por lo que había dicho, les reprochó:
___¿Esto les causa tropiezo? ¿Que tal si vieran al Hijo del hombre subir adonde antes estaba? El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. las palabras que les he hablado son espíritu y son vida. Sin embargo, hay algunos de ustedes que no creen.
Es que Jesús conocía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que iba a traicionarlo. Así que añadió:
___Por esto les dije que nadie puede venir a mí, a menos que se lo haya concedido el Padre.
 
Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él. Así que Jesús les preguntó a los doce:
___¿Tambien ustedes quieren marcharse?
 
___Señor___contestó Simón Pedro___, ¿a quién iremos ? Tú tienes palabras de vida eterna: Y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
 
___¿No los he escogido yo a ustedes doce? ___repuso Jesús___. No obstante, uno de ustedes es un diablo.
 
Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce , que iba a traicionarlo.
(NVI) Juan 6 : 60 - 71
 
 


Olas Gigantes - Tormenta en el mar

El Señor está en medio de ti, poderoso,  el salvará; Sofonias 3:17