martes, 28 de enero de 2014

 
 
 
Tántan tan tan.
Tán tan tan tan tantan, tan tan tan tan. 
 
  
 
 
Si Jesucristo no tuviera una respuesta para el hombre de hoy, nuestra esperanza en él sería falsa.
¡Seríamos unos pobres ilusos!
 
     El desarrollo ha confundido al hombre hipertecnológico, quien pone su fe en cada descubrimiento, en cada avance, en cada solución. 
La medicina especializada, y nutrida por la genética y la biomedicina, nos sorprende en cada instante.
De las comunicaciones, ni hablar. Sofisticados smartphones, tablets, y sus posibilidades, forman parte de nuestro estilo de vida, siendo imprescindibles para muchos al  convirtirse en llamativas extensiones de nuestras manos, oídos y ojos que nos permiten entrar en mundos virtuales con tan solo un click.
 El conocimiento ha avanzado en todo. Y esto no es malo. ¡No señor! ¡Es muy bueno! Extremadamente bueno. Lo malo es el uso o la dependencia y la posición a la que hemos elevado cada descubrimiento.
Buscamos respuesta a nuestras más profundas preguntas en el próximo descubrimiento. 
La nueva aplicación sostiene  y soluciona uno u otro problema en mi empresa, cargo, casa o cuerpo. 
La ciencia no es mala, es buena. La hemos aplicado con exito en los más diversos campos.
Filosofos y escritores se valen de la más avanzada tablet para desarrollar e imprimir sus conclusiones e historias que con un simple toque de pantalla envían a los más remotos lugares.
Los artistas plasticos nos valemos de teorías del color desarrolladas en programas que bajamos a nuestras pantallas a la velocidad de la luz en los momentos de máxima inspiración. Ya no es necesario hacer un dibujo como el que Alberto Durero (Genio del renacimiento en Alemania 1471- 1528) envió a su medico mostrandole el lugar de su dolencia, cuando en uno de sus viajes contrajo malaria. Hoy un pequeño escáner puesto sobre nuestro cuerpo le dará a nuestro medico al otro lado de la ciudad, un diagnostico bastante acertado mientras llegamos al hospital.
Como musicos, gozamos de los más sofisticados y avanzados instrumentos que reproducen  sutiles notas que no queremos perder, pues fueron  logradas despues de horas y horas de practica y profundo estudio.
El cine, esa maravilla que nos ha deleitado por años, ha incorporado a su narrativa la más avanzada tecnología. Nuestra imaginación vuela en cada pelicula hacia mundos insospechados en otras épocas. 
 Autos veloces cruzan a nuestro lado dueños de una tecnología que fascina y es en muchos casos nuestro desvelo.
Trajes ajustados a nuestros cuerpos con una  imitación perfecta de la piel de los escualos, nos permiten romper récords en los 100 y 200 metros libres en cálidas piscinas olimpicas, como si nada.
Ropa, zapatos y gafas inteligentes por doquier.¡ Ah! y las impresoras 3D. El moderno avión belluga y su extraordinario diseño, el tren bala, el acelerador de partículas, y etc. etc. 
La lista sería interminable porque se modifica cada día, hora, minuto y segundo en cualquier campo. 
¡Uff! cuanta sorpresa; cuanto asombro; cuanta maravilla; cuanto escalofrío; cuantas dudas y el miedo de quedarse atrás.
 
Entonces nos preguntamos: ¿Y ahora qué?
Pues consideremos lo siguiente:
¿Quién enseña al hombre la ciencia?
Dios.
¿La ciencia es Dios?
¡No!
¿Las cosas son Dios?
¡No! 

Escuchen, oígan mi voz; presten atención, oigan mi palabra: Cuando un agricultor ara para sembrar, ¿lo hace sin descanso? ¿Se pasa todos los días rompiendo y rastrillando su terreno?
Después de que ha emparejado la superficie, ¿No siembra eneldo y esparce comino? ¿No siembra trigo en hileras, cebada en el lugar debido, y centeno en las orillas?
Es Dios quien lo instruye  y le enseña como hacerlo.

Porque no se trilla el eneldo con rastrillo, ni sobre el comino se pasa una rueda de carreta, sino que el eneldo se golpea con una vara, y el comino con un palo. El grano se tritura, pero no demasiado, ni tampoco se trilla sin descanso. Se le pasan las ruedas de la carreta, pero los caballos no lo trituran.
Tambien esto viene del SEÑOR Todopoderoso, admirable por su consejo y magnífico por su sabiduría.(NVI)
Isaías 28 : 23 - 29

Tambien deberíamos aprender:
 
Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo en quien estan
escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. (NVI)
Colosenses 2 : 2 - 3 
 
 
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Olas Gigantes - Tormenta en el mar

El Señor está en medio de ti, poderoso,  el salvará; Sofonias 3:17