sábado, 23 de noviembre de 2013

 

Al precipicio

 
 
A Cristo siempre se le ha rechazado.
Cuando estuvo en la tierra, se le rechazó hasta la muerte.
Pero, hoy, se le rechaza de igual manera.
Se prefiere a cualquier falso maestro que endulce el oído del hombre Hiper Moderno pero no a Cristo quien murió por amor. 
El hombre actual encumbrado en su arrogancia producto del conocimiento,  lanza desde allí la única y más bella esperanza humana. A Jesús el Cristo.
Se le conduce por la senda del raciocinio al Hijo de Dios, hasta el borde del precipicio y desde allí se le arroja para siempre. 
Desde aquella cumbre el "Homohipermoderno", una vez alejada para siempre la amenaza de su reino, vuelve a contemplar su dominio buscando cualquier vestigio de aquel Nazareno reflejado en cualquier manifestación abierta o discreta que pueda volver a inquietarlo, sellando así su condena eterna con tal ceguera que no ve que quien realmente esta a punto de ser lanzado por su propia mano, es, él mismo.  
 
 
Jesús regresó a galilea en el poder del Espíritu, y se extendió su fama por toda la región. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo admiraban. 
 
Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura, y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontro el lugar donde está escrito: 
 
<<El Espíriyu del Señor está sobre mí, 
por cuanto me ha ungido 
para anunciar buenas nuevas a los pobres. 
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos 
y dar vista a los ciegos, 
a poner en libertad a los oprimidos, 
a pregonar el año del favor del Señor.>> 
 
Luego enrolló el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. 
Todos los que estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente, 
y él comenzó a hablarles: <<Hoy se cumple esta escritura en 
presencia de ustedes.>> 
 
Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas 
palabras que salían de su boca. <<¿No es este el hijo de José?>>, 
se preguntaban. 
 
Jesús continuó: <<Seguramente ustedes me van a citar el
proverbio: "¡Médico, curate a ti mismo! Haz aquí en tu tierra lo que 
hemos oído que hiciste en Capernaúm." Pues bien, les aseguro 
que a ningún profeta lo aceptan en su propia tierra. No cabe duda
de que en tiempos de Elías, cuando el cielo se cerró por tres años y 
medio , de manera que hubo una gran hambre en toda la tierra, 
muchas viudas vivían en Israel. Sin embargo, Elías no fue enviado 
a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, en los alrededores 
de Sidón. Así mismo, había en Israel muchos enfermos de lepra 
en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, 
sino Naamán el sirio.>> 
 
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron. 
Se levantaron, lo expulsaron del pueblo y lo llevaron hasta la 
cumbre de la colina sobre la que estaba construido el pueblo, para 
tirarlo por el precipicio. Pero él pasó por en medio de ellos y se 
fue. (NVI)
Lucas 4 : 14 - 30 
           
 
 

Olas Gigantes - Tormenta en el mar

El Señor está en medio de ti, poderoso,  el salvará; Sofonias 3:17