miércoles, 16 de octubre de 2013

 

Magníficos

y poderosos Salmos

 

 
Salmo 143
 
Escucha, SEÑOR, mi oración;
atiende a mi suplica.
Por tu fidelidad y tu justicia,
respóndeme.
No lleves a juicio a tu siervo,
pues ante ti nadie puede alegar
inocencia.
 
El enemigo atenta contra mi vida:
quiere hacerme morder el polvo.
Me obliga a vivir en las tinieblas,
como los que murieron hace tiempo.
Ya no me queda aliento;
dentro de mí siento paralizado el
corazón.
Traigo a la memoria los tiempos de antaño:
medito en todas tus proezas,
considero las obras de tus manos.
Hacia ti extiendo las  manos;
me haces falta, como el agua a la tierra
seca.
 
Respóndeme pronto, SEÑOR,
que el aliento se me escapa.
No escondas de mí tu rostro,
o seré como los que bajan a la fosa.
Por la mañana hazme saber de tu gran
amor,
porque en ti he puesto mi confianza.
Señalame el camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi alma.
SEÑOR, librame de mis enemigos,
porque en ti busco refugio.
Enseñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
Que tu buen Espíritu me guíe
por un terreno sin obstáculos.
 
Por tu nombre, SEÑOR, dame vida;
por tu justicia, sácame de este aprieto.
Por tu gran amor, destruye a mis
enemigos;
acaba con todos mis adversarios.
¡Yo soy tu siervo!
(NVI)


Salmo 144
 
Bendito sea el SEÑOR, mi roca,
que adiestra mis manos para la
guerra,
mis dedos para la batalla.
Él es mi Dios amoroso, mi amparo,
mi más alto escondite, mi libertador,
mi escudo, en quien me refugio.
Él es quien pone los pueblos a mis
pies.
 
SEÑOR, ¿qué es el mortal para que lo c
uides?
¿Qué es el ser humano para que en
él pienses?
Todo mortal es como un suspiro;
sus días son fugaces como una sombra.
 
Abre tus cielos; SEÑOR, y desciende;
toca los montes y haz que echen
humo.
Lanza relámpagos y dispersa
al enemigo;
dispara tus flechas y ponlo en
retirada.
Extiende tu mano desde las alturas
y sálvame de las aguas tumultuosas;
líbrame del poder de gente extraña.
Cuando abren la boca, dicen mentiras;
cuando levantan su diestra juran en
falso.
Te cantaré, oh Dios, un cántico nuevo;
con el arpa de diez cuerdas te cantaré
salmos.
Tú das la victoria a los reyes;
a tu siervo David lo libras de la
cruenta espada.
Ponme a salvo,
líbrame del poder de gente extraña.
Cuando abren la boca, dicen mentiras;
cuando levantan su diestra, juran en
falso.
 
Que nuestros hijos, en su juventud,
crezcan como plantas frondosas;
que sean nuestras hijas como columnas
esculpidas para adornar un palacio.
Que nuestros graneros se llenen
con provisiones de toda especie.
Que nuestros rebaños aumenten por
millares,
por descenas de millares en nuestros
campos.
Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas;
que no haya brechas ni salidas,
ni gritos de angustia en nuestras
calles.
 
¡Dichoso el pueblo que recibe todo
esto!
¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el
SEÑOR!
(NVI)  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Olas Gigantes - Tormenta en el mar

El Señor está en medio de ti, poderoso,  el salvará; Sofonias 3:17