miércoles, 23 de octubre de 2013

 

Un corazón Gallina

 
 
 Andrés, un pequeñín precioso que rondaba los dos años y algunos meses, visitó mi estudio ubicado en un segundo piso.
Hoy tiene 15 años el querido sobrino de Angela María, mi esposa.
Una hora antes de su llegada, yo había dado por terminada la labor del día; aquel cuadro de gran formato que ya me había consumido unos buenos días, pero, que por fin se veía con fuerza y oficio. Si. Ya tenía unidad, pensaba, cada vez que me retiraba de él hacia el fondo del salón para contemplarlo a fondo buscando cualquier pequeño detalle mal ejecutado por el que algún crítico me pudiera descalificar.
El cuadro tenía buena resistencia a la distancia. Había utilizado una paleta quebrada que emergía del tierra y siena oscuros; casi negro. Me gustaba. Lo firme con aquel fino pincel pelo de marta que Angie me había regalado de cumpleaños y por el que había pagado unos buenos pesos e invertido tiempo llamando a cuanto distribuidor había, hasta que por fin, lo encontró. 
Empecé, como en un ritual que se repite en todo pintor, la limpieza de mis preciados pinceles Winsor & Newton importados de Inglaterra. ¡Que lujo!
Para eliminar el exceso de pintura antes de intoducir el picel en aguarras y luego frotarlo con javon y lavarlo en agua, se pasa sobre hojas de periódico. Los movimientos deben ser enérgicos y en toda dirección, eso sí, cuidando de no ir a quebrar las cerdas con demasiada presión sobre el papel.
Cuando se me agoto el periodico, pues tenia varios pinceles bien untados de óleo, tome el resto de una paleta descechable de  papel blanco tirada en el piso sobre la que me incline y pasé los pinceles más grandes sobre su lisa superficie, y por fin, ya no había exceso de pintura; luego los lave con aguarrás, agua y jabón. ¡Ah. Relucientes! ¡Así me gustan querídos! dije en voz alta.
 Luego tome los periodicos untados de óleo, los arrugue, y a la basura. Tome entonces la paleta de papel blanco que continuaba en el piso, y ¡oh sorpresa! ¿Que veo? ¡Un corazón!
Si. Un grán corazón Henchido y en movimiento con su aorta y todo. Si. En aquel papel había plasmado un corazón que resulto de la gestualidad de mi mano al mover el pincel para limpiarlo. ¡Que maravilla dije! y añadí: si me lo hubiera propuesto, no habría logrado algo asi.
El boceto era bastante bueno y resulto así en un segundo. Hasta se podria enmarcar, pense. Tenía continuidad en el movimiento, equilibrio y buen color. ¡Ja, un cuadro en un segundo! No lo puedo creer. Se lo mostraré a Angie pense. Entonces lo tome con cuidado y lo sujete al caballete de tal manera que cuando llegara mi esposa lo viera como se dice "de una"; que su vista se fijara en él corazón antes que en cualquier otra cosa al ingresar al estudio.
 Me eleve en mis pensamientos, pero regrese a tierra al escuchar como se abría la puerta y la dulce voz de Angie diciendome: ¿Amor?: ¡Adivina quién esta aquí! Desde el segundo piso respondo ¿Quién sera? Y óigo una preciosa risa y luego una dulce vocecilla que me grita Yo "Calosabeto".
Ya subimos dice Angie y luego oigo como suben la escalera contando en voz alta cada escalon: Uno, dos, tres, ¿que sigue Andrés? cuuuaaatro, cinnnco, seeeeis. Al asomar en la puerta del estudio corro desde el fondo y los abrazo, beso a Angie y me inclino sobre Andres. Lo beso y le digo: ¡mira! ¡un corazón! No. Responde es una "ganllina" Angie ríe. No Andres. Es un corazón; le insisto. No. es una "ganllina". No chiquitín. Es un corazón. Angie ríe y le dice : No Andresíllo ¡es un corazón! No. es una ganllina y rie. Es una "ganllina". Riendo a más no poder y tumbado en el sofa repite  ¡una "ganllina"! Angie tambien rie. Entonces le explico. Mira esto es un corazón mostrandole en un libro de anatomia. Y el riendo me repite: No. es una "ganllina" y rie de tal manera que contagia a Angie y se funden en un abrazo en medio de risas y besos.
Voy a comprarle un chocolate a este nené. Ya venimos me dice Angie. Los veo bajar la escalera y oigo abrir y cerrar la puerta. Entonces digo: ¿Una gallina? Pero, ¿qué se cree este "tipito"? Que muchachito. ¡Ja! ¿una gallina? Pero, ¿cómo se atreve?
¡Y entonces me asalta la duda! Tomo un espejo lo sujeto con mi mano derecha y mi brazo extendido  teniendo el corazón a mis espaldas, y ¿que veo reflejado en el espejito espejito? ¡Una gallina! ¡Este pequeño critico de arte tenía toda la razón! Allí en ese papel blanco había una gallina caminando en un día soleado. Era gorda y con unas cortas patas. La supuesta arteria aorta ascendente era un pescuezo medio amarillento que terminaba en una pequeña cabeza con cresta.
Y claro esta. Cuando tu ves cuaquier obra de arte reflejada en un espejo, esta se ve en su dimensión real como lo capta el ojo a la distancia. Es por eso que en todo estudio de pintor debe haber siempre un buen espejo que ayuda a corregir proporciones y simetrías.
¡Que cosa! ¿Quien lo habría pensado?
¡Un corazón gallina!










  

Olas Gigantes - Tormenta en el mar

El Señor está en medio de ti, poderoso,  el salvará; Sofonias 3:17